Después de la pandemia, Albano «Nano» Geliberti se quedó sin trabajo. Y sin casa. Con su pareja y su pequeño hijo, la familia terminó habitando un colectivo que les prestó una amiga. Lograron adaptarse como pudieron a la situación, hasta la llegada del invierno cuando empezaron a padecer las bajas temperaturas de Bariloche.
En ese momento, Nano se comunicó con un conocido de El Bolsón para que lo asesorara en la forma de construir una estufa que pudiera instalar adentro del micro . «Pero estaba en la lona en ese momento. No tenía un mango. Entonces para poder comprar los materiales armamos un taller y aquellos que querían aprender ponían unos pesos y con eso compramos los materiales «, contó este bioconstructor de 38 años.
Esa estufa, recordó Nano le cambió tanto la calidad de vida