La ansiedad moderna suele nacer del vacío: vivir en piloto automático, compararnos en las redes sociales y perseguir metas que no son nuestras.
Sentir que “falta algo” trae rumiación (estado cognitivo en que nuestro pensamiento se encuentra en un círculo vicioso), insomnio y apatía.
La evidencia muestra que tener un propósito vital o un proyecto de vida se asocia con menos depresión y ansiedad.
Construirlo es un proceso amoroso, clínico y práctico. Podemos iniciar por clarificar valores (lo que de verdad te importa), eligir microacciones diarias, alineadas y cuidar nuestro entorno digital, así como poner límites: horarios, notificaciones en silencio, limpiar feeds y dar prioridad a contenidos que sumen.