El valor de las se sostiene sobre una base extraordinariamente frágil. Detrás de ellas, como advierte con contundencia el economista Fernando Trías de Bes, «no hay absolutamente nada» . A diferencia de las monedas tradicionales, estos activos digitales carecen del respaldo de un banco central, un gobierno o una materia prima que garantice su valor, convirtiéndolos en una apuesta de alto riesgo para cualquier ahorrador.

De hecho, su propia naturaleza es la de meros «archivos de ordenador» cuyo precio depende exclusivamente de la confianza y la especulación. El valor de un bitcoin o cualquier otra criptodivisa se basa en la simple esperanza de que en el futuro aparezca otra persona dispuesta a pagar más por él, alimentando así un mecanismo puramente especulativo que puede desmoronarse e

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