Anthony Gordon se movió como centro neurálgico del Newcastle, buscando los huecos, ganando segundos y provocando faltas. Antes del descanso llegó la confirmación de la superioridad inglesa: Gordon transformó un penal con temple. A la vuelta del vestuario se le volvió a presentar la oportunidad al ‘10’ de las Urracas desde los once pasos por otra falta, otra decisión errónea que mostró la impotencia defensiva del Union Saint-Gilloise.

Con ventaja cómoda y sin grandes señales del rival, el Newcastle jugó largo y al contragolpe. En una de esas transiciones, el partido se sentenció con una culminación de Harvey Barnes, que remató una contra exquisita y rubricó la eficaz goleada.

Si los números suelen desmentir las sensaciones, en este caso explican la paradoja: el Union generó más intentos (

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