En una jornada cargada de simbolismo, un joven futbolista de tan solo 26 años ha roto con la tradición: superó al que alguna vez fue su referente, demostrando que el relevo generacional está en marcha. Con 13 goles en la temporada, el nuevo integrante del club ha respondido a las expectativas y afirmado su rol en el equipo.

Aunque su relación deportiva se remonta a raíces compartidas —ambos pasaron por las canteras de Lezama y Antiguoko—, el momento actual marca una ruptura. El discípulo ha escalado con oficio, constancia y firmeza, mientras que el maestro observa cómo las nuevas generaciones replantean el liderazgo dentro del campo.

Este tipo de enfrentamientos no solo representan el paso del tiempo, sino una renovación inevitable en el fútbol. Las nuevas promesas, respaldadas por talen

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