Nuevamente las familias y los maestros asumen el compromiso de comenzar un nuevo año escolar. Lo que en el pasado era una experiencia no exenta de dificultades, marcada por el regreso a la rutina, el reencuentro con los amigos, compañeros de trabajo y la renovación del compromiso entre los chamos, padres y docentes por hacer de la educación una experiencia de responsabilidades compartidas, hoy es vivida por muchos como un reto que pone al límite las fuerzas de las familias y que somete a prueba la vocación de trabajo de un gremio abandonado por el Estado.
En medio de la crisis humanitaria que atraviesa Venezuela, muchas familias tienen que hacer frente a la decisión de asumir el costo de una educación privada (expuesta también a grandes presiones) o verse en la necesidad de recurrir al si