En el estado de Chiapas, un templo colonial del siglo XVI permanece sumergido bajo las aguas de una represa. Solo en temporadas de sequía extrema la iglesia emerge, dejando ver su imponente arquitectura.
Cada vez que ocurre, cientos de personas viajan en lancha para caminar entre los muros y torres semidestruidos. La visión es tan extraña que parece sacada de una película fantástica.
Los habitantes aseguran que cuando la iglesia aparece, es señal de cambios drásticos en el clima y en la vida de la región. Algunos lo interpretan como un mal augurio.
Más allá de la superstición, el fenómeno se ha convertido en un atractivo cultural y turístico inesperado para Chiapas.
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