*Rocío Márquez
Abrimos el celular y, en segundos, estamos expuestos a un torrente de publicaciones: la reseña de un restaurante en Google Maps, un meme en WhatsApp, un video en TikTok. Todos producimos y compartimos contenido a diario.
Sin embargo, nunca fue tan difícil separar lo relevante de lo irrelevante, la verdad de la mentira. Y así, estamos en medio de una paradoja: vivimos en la era de mayor producción de información y, al mismo tiempo, en la de mayor desconcierto.
La saturación silencia
El auge de los blogs, foros y redes sociales en los años 2000, alimentó la idea de que las audiencias, representadas por el nuevo prosumidor, rompían el monopolio de los grandes medios. Publicar no era un privilegio de unos pocos, sino un derecho conquistado por millones de usuarios.
Pero la