Desde su aparición en 1950, el capítulo “Los hijos de la Malinche” en el celebérrimo “Laberinto de la soledad” de Octavio Paz (por lo visto hasta hoy mal leído y peor comprendido), ha causado gran polémica. Pero hasta donde mi recuerdo alcanza nunca se había convertido en materia de diatriba presidencial.
Como otro intento de recuperación del folclórico indigenismo de nuevo cuño --con todas sus falsedades, supersticiones y símbolos; bastones de mando, limpias e invocaciones a Quetzalcóatl (¿huachicóatl?) tan ridículas como el “Don Q” de López Portillo [RC1] en sus alucinaciones literarias--, la IV.T.2.P emprende ahora la reconstrucción de la figura histórica de “La malinche”, a partir de la oficialización de Malintzi, y un planteamiento falaz: es un símbolo de la resistencia de los pu