A comienzos de septiembre prendió una llama que todavía no se ha apagado. En la guerra de Ucrania habíamos visto drones lanzando drones para derribar a otros drones, enjambres de drones deteniendo y haciendo prisioneros a reclutas, incluso drones actuando prácticamente por su propia cuenta gracias a la IA. Pero nunca que un dron perdiera el rumbo y terminara llegando tan lejos como Estonia.

Por eso lo que ha ocurrido ahora es insólito: han llegado a Turquía.

Un hallazgo inesperado. El descubrimiento de un dron naval ucraniano Magura cargado de explosivos frente a la localidad turca de Çarşıbaşı, a 1.500 km de territorio controlado por Kiev, ha puesto de relieve tanto el alcance de estas armas como los riesgos colaterales de su empleo. El artefacto fue remolcado por pesca

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