El 2 de octubre de 1944, tras más de dos meses de combates, el Alzamiento de Varsovia llegaba a su fin. La resistencia polaca había luchado con una valentía que sorprendió al mundo, pero la respuesta nazi fue despiadada: la capital de Polonia quedó reducida a ruinas, y cerca de 200.000 civiles perdieron la vida. A 81 años de aquel desenlace, la memoria de esa insurrección continúa siendo una de las páginas más dolorosas y heroicas de la Segunda Guerra Mundial.
Desde la invasión de septiembre de 1939, Polonia había quedado bajo el yugo alemán. Varsovia, capital de un país que siempre había defendido con fuerza su identidad nacional, se convirtió en el escenario de una de las ocupaciones más brutales de Europa. La represión era sistemática: ejecuciones sumarias, deportaciones, trabajo forza