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En los últimos años hemos visto cómo los supermercados se van llenando de productos elaborados solo con materias primas de origen vegetal, también conocidos como plant-based: “filetes” de soja, “salchichas” veganas, “hamburguesas” vegetales…

No obstante, en el etiquetado de este último producto podemos ver variaciones terminológicas como veg burger, veg-hamburguesa, burger vegetal, o incluso nombres más discretos que evitan por completo la denominación tradicional. ¿Casualidad? ¿Estrategia de marketing? ¿Reflejo de la situación legal?

Lo cierto es que muchas definiciones, regulaciones y normativas se quedan por detrás de la realidad del consumidor, del mercado y de la innovación alimentaria, lo que alimenta la polémica. Veamos cuál es la situación actual.

Hamburguesa vegetal. Pexels

Legislación y lagunas

En Europa, es la UE quien se encarga de legislar en materia de alimentación, pero si hay vacío legal, cada país puede establecer sus normas (siempre y cuando no contradigan otra regulación europea). Este es el motivo por el que a veces encontramos discrepancias entre países en ciertas materias mientras que en otras existe uniformidad. Todo depende de lo que marque o no Europa.

Si indagamos un poco en la nomenclatura de los productos elaborados con plantas, encontramos el Reglamento (UE) nº 1169/2011 sobre la información alimentaria al consumidor. Aquí se establece que la denominación de un alimento debe ser clara, no inducir a engaño, y reflejar su naturaleza.

A esta normativa se agarran quienes defienden no llamar a las cosas por el nombre de otras, ya que podemos llevarnos un disgusto cuando descubrimos al preparar la barbacoa del sábado que hemos comprado “hamburguesas” de berenjena sin querer.

Ante la ausencia de normas europeas más concretas, ahora examinaremos la legislación española, que incluye definiciones oficiales de lo que constituye una “hamburguesa”, una “salchicha”, un “embutido”, etc. Por ejemplo, solo se puede llamar hamburguesa a un producto en el que participe carne, en ciertas proporciones y condiciones de elaboración, sin añadir ingredientes que desvirtúen esa categoría legal. Por eso, nos encontramos las etiquetas que nos encontramos en el supermercado.

Pero entonces, ¿existe en España otro término legal llamado “hamburguesa vegetal”? ¿O al menos uno que nos diga cómo llamar a estos productos al igual que ocurre con los animales? La respuesta es no.

Por contra, el uso de términos de la industria láctea (“leche”, “queso”, etc.) sí está regulado desde hace años: la normativa y la jusrisprudencia de la UE han dejado claro que los productos vegetales no pueden usar los términos reservados para productos hechos con leche animal, y obliga a usar el término “bebida vegetal” en vez de “leche vegetal”. Esa regulación es bastante antigua y está establecida sin suscitar demasiada polémica.

Sin embargo, el creciente auge de productos vegetales exige ponernos al día e introducir nuevos términos.

¿Le apetece un ‘disco vegetal’ a la parrilla?

En el caso de los análogos de los productos cárnicos, algunos países sí han legislado. Así, Francia fue pionera en prohibir tajantemente el uso de términos como “hamburguesa” o “salchicha” para productos vegetales, aun cuando estos iban acompañados de la aclaración “vegano” o “vegetal”. El objetivo declarado era “proteger al consumidor” frente a la supuesta confusión que podría generar encontrarse un “steak végétal” en la estantería.

El resultado fue, cuando menos, surrealista: el legislador francés llegó a proponer que se sustituyera el término “hamburguesa vegetal” por el mucho menos apetecible “disco vegetal”. Difícil imaginar a alguien invitando a sus amigos con la promesa de preparar unos “discos vegetales a la parrilla”. Quien acuñó ese término, probablemente, no era consumidor habitual de este tipo de productos.

La Unión Europea zanja el debate… ¿o no?

Durante años, la Unión Europea permaneció en silencio. Eso provocó un mosaico normativo en el que un mismo producto podía llamarse “burger vegana” en Alemania, pero estaba prohibido bajo amenaza de multa en Francia.

Ese vacío legal, lejos de proteger al consumidor, creaba más confusión: un ciudadano que viajaba dentro del propio mercado común podía encontrarse con etiquetas distintas para el mismo producto. Y si algo debería garantizar la Unión Europea es precisamente la coherencia del mercado único.

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Tras años de presión por parte de asociaciones de consumidores, productores y defensores de la alimentación sostenible, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) puso fin a la controversia en octubre de 2024.

En su sentencia, declaró que los Estados no pueden prohibir de forma general el uso de denominaciones como “hamburguesa” o “salchicha” en productos vegetales sin ser considerados publicidad engañosa, un fallo que permite a estos productos utilizar términos asociados tradicionalmente a la carne y les protege de restricciones nacionales, siempre que quede claro en el etiquetado que no contienen carne. Es decir, el consumidor tiene derecho a comprar una “hamburguesa vegetal” sin que la etiqueta deba disfrazarla de “disco vegetal”.

Esto está muy bien, pero aún tenemos el citado Reglamento (UE) nº 1169/2011 sobre la información alimentaria al consumidor establece que la denominación de un alimento debe ser clara, no inducir a engaño. Y esto deja espacio, en muchos casos, a la subjetividad de cada uno.

En cualquier caso, la resolución supuso un golpe duro para Francia, que tuvo que derogar su normativa nacional, pero fue celebrada por la industria plant-based en toda Europa. Después de años de incertidumbre, por fin se reconocía algo obvio: la palabra “hamburguesa” ya no pertenece en exclusiva a la carne, sino al formato culinario y a la cultura alimentaria compartida. El lenguaje evoluciona con la sociedad, y pretender lo contrario es quedarse anclado en un pasado que ya no responde a las necesidades del presente.

En definitiva, la demanda de productos vegetales no es algo marginal: va en aumento. El consumidor está cambiando sus hábitos, motivado por la salud, la sostenibilidad o la ética. No adaptar la ley es ignorar una realidad de mercado. De hecho, las leyes antiguas o las definiciones técnicas rígidas funcionan peor en tiempos de innovación alimentaria como la que vivimos. Productos que antes no existían (proteína vegetal procesada, fermentada, cultivada…) desafían las clasificaciones antiguas de “carne”, “preparado de carne”, etcétera.

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation, un sitio de noticias sin fines de lucro dedicado a compartir ideas de expertos académicos.

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Cristina Blanco Llamero no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.