Avanza el otoño en España con un foco puesto en el auge demoscópico de Vox. Las encuestas publicadas desde el inicio de septiembre apuntan en la misma dirección: el partido de extrema derecha liderado por Santiago Abascal parece cautivar a más electores, pescar en más caladeros de voto y ser el nuevo partido de moda entre los jóvenes. Todo ello, además, después de un verano en el que sus dirigentes han subido los decibelios del debate público probando cómo se pueden utilizar incidentes aislados protagonizados por personas de origen inmigrante, como el de Torre Pacheco , para alentar la xenofobia y plantear como aceptables propuestas que antes eran impensables. ¿Confiscar y hundir barcos de rescate humanitario como el Open Arms por ser “barcos de negreros” ?; ¿Deportar incluso a los inmigrantes nacionalizados y a sus hijos nacidos en España para que “el pueblo español no sea reemplazado ni cultural ni demográficamente” ?

No es la primera vez que la popularidad de este partido es objeto de atención, pero nunca sus expectativas a nivel nacional habían sido tan elevadas como ahora. Por ello, cabe preguntarse cuál es la magnitud de la Vox-manía actual y cómo explicarla.