Cuando los bomberos sacaron el cuerpo de su hijo de cuatro años en una bolsa de un hotel barato que se derrumbó en un sismo de magnitud 6,9 que remeció el centro de Filipinas, Isagani Gelig se inclinó y acarició suavemente la bolsa negra durante varios minutos, tratando de sentir por última vez los restos de su hijo en su interior.
A continuación sacaron una bolsa con los restos mortales de su esposa, la recepcionista de la casa de huéspedes Condor. Ella trabajaba allí por la noche mientras cuidaba de su hijo, John. Un rescatista le entregó un celular encontrado junto al cuerpo y él asintió confirmando que era suyo.
Gelig y su familia la habían llamado desesperadamente después de que el potente terremoto sacudiera la ciudad de Bogo, en la provincia de Cebú, el martes por la noche, pero e