Lustros después de la publicación de La noche de Tlatelolco, ese libro que hasta la fecha sigue siendo un emblemático para la literatura mexicana y la propia Elena Poniatowska, el escritor Luis González de Alba acusó a la escritora de traducir al “poniatosko” las memorias que, años antes, él mismo le había permitido utilizar.

Es decir: le acusó de plagiar, y de paso tergiversar, los testimonios que él recogió al estar preso en el Palacio Negro de Lecumberri cuando fue acusado de participar en el Consejo Nacional de Huelga.

“Las citas en su narración a voces múltiples no se conservan tal y como fueron dichas, sino que, de nuevo en dádiva al sonido de la obra, están traducidas, con grandes licencias, a su lenguaje, esa mezcla de supuesta ingenuidad y sabor popular que es creación exclusiva

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