El presidente del BBVA, Carlos Torres , insiste en su estrategia del miedo de amenazar a los accionistas del  Banco Sabadell con que se desplomará su acción si la OPA fracasa y mantiene la puerta abierta a una segunda oferta si no llega al 50%, pese a que no sabrá a qué precio tendrá que lanzarla. Pero hay dos precedentes que le desmienten: BPM subió un 20% tras la retirada de la OPA de Unicredit y Greentech no lanzó segunda OPA sobre  Fersa al no saber el precio.

Como ha venido informando OKDIARIO, desde hace meses el principal argumento de Torres para convencer a los accionistas del Sabadell de que acudan a la OPA es que, si ésta fracasa, el banco catalán sufrirá un fuerte desplome en Bolsa, ya que su cotización está inflada artificialmente precisamente por la OPA.

Sin embargo, el precedente del italiano BPM (Banca Popolare de Milano) desmiente esta tesis.  Unicredit , el banco que dirige Andrea Orcel , lanzó una oferta por él en noviembre del año pasado, pero desistió de ella en julio aduciendo los obstáculos que ponía el Gobierno de Giorgia Meloni , que tiene una «acción de oro» en la entidad milanesa.

Pero BPM, lejos de desplomarse en Bolsa, subió en torno al 20% en el mes posterior a la retirada de la oferta. Un comportamiento que la propia entidad achaca a que el precio de la OPA era «inadecuado», es decir, demasiado bajo y no reconocía el valor real del banco. Exactamente lo mismo que ha dicho ahora el consejo del Sabadell para rechazar la del BBVA.

Dicho de otra forma: si el precio de una OPA es demasiado bajo -no había prima de control en la operación italiana ni la hay en la española-, la empresa opada no tiene por qué hundirse en Bolsa si la oferta fracasa.

El Sabadell argumenta que ha subido en línea con sus pares de la banca española gracias a sus resultados, no por la OPA, y a los que se conoce como re-rating , es decir, a que el mercado empieza a reconocer su valor (cosa que no había hecho durante años). Y añade que los precios objetivos de los analistas son muy superiores a su cotización actual y que aún cotiza por debajo de la valoración media del sector, es decir, que seguirá subiendo aunque la oferta no salga adelante.

Además, Torres ha asegurado que los inversores que quieran salirse del Sabadell no podrán vender todos en Bolsa y que, por tanto, deben ir a la OPA. Algo que también desmienten los profesionales del mercado , como también informó OKDIARIO: «Con 17.000 millones de capitalización bursátil  y un  free float  [capital que no está en manos de accionistas significativos] del 90%, ¿cómo no va a tener liquidez la acción? Es una auténtica falsedad».

Fersa y Greentech

Torres también está jugando con la posibilidad de que la OPA se quede entre el 30% y el 50% del capital del Sabadell. Él insiste en que confía en superar ese 50% que supondría el éxito de la oferta, pero es consciente de la escasa probabilidad de alcanzarlo. Por eso, tanto en el folleto de la operación como en sus declaraciones públicas, deja la puerta abierta a lanzar una segunda oferta en efectivo, que sería obligatoria en ese escenario por ley.

Ahora bien, como también ha relatado este medio, deberá decidirlo sin saber a qué precio tendría que lanzarla , ya que no se fijará hasta días después. En la práctica histórica, debía justificarlo por un informe independiente -que, en el caso del BBVA, defendería que fuera el mismo de la primera OPA-. Pero ha optado por una vía, aceptada por la CNMV , que implica que ese precio será fijado por la cotización del Sabadell un día concreto, que será el 7 de noviembre según el calendario estimado por el propio BBVA.

Aquí también hay un precedente que tumba la estrategia de Torres. En 2012, la danesa  Greentech lanzó una OPA sobre el 100% de  Fersa Energías Renovables . Esta oferta estaba condicionada, como la del BBVA, a llegar al 50% del capital y se quedó al filo: alcanzó el 42%. Greentech se enfrentó al mismo dilema que Torres: lanzar una segunda OPA o dar la operación por fracasada y quedarse sin ninguna acción de Fersa.

Y optó por la segunda opción… porque no sabía a qué precio tendría que lanzar la nueva OPA y, según la ley española, debía tomar la decisión al día siguiente de conocerse los resultados de la primera (norma que sigue vigente). Una decisión que podría poner en entredicho su solvencia si el precio resultaba ser muy superior y que incluso podría ser objeto de una acusación por  administración desleal . Como en el caso de Torres.