Las agujas del reloj estaban clavadas en las tres y media de la tarde cuando los dos hombres irrumpieron en la redacción del diario El Norte , en San Nicolás. Uno empuñaba un revólver calibre 38, el otro portaba una Itaka. El del revólver mantuvo a raya a los periodistas que estaban en la sala, mientras el de la escopeta caminaba decidido hacia el despacho del jefe de redacción. En su oficina, sentado frente a la máquina de escribir, José Domingo Colombo, conversaba con el reportero gráfico Alfredo Busch y no se dio cuenta de lo que pasaba hasta que el matón de la Itaka abrió la puerta de un golpe y sacó de un empujón a Busch.
- ¡Rajá, con vos no es la cosa! – le dijo.
Después giró y apuntó la escopeta a la cabeza de Colombo. El jefe de redacción de El Norte ni siquiera alcanzó a