Mantenerse hidratado es mucho más que “tomar agua”: es una estrategia concreta de rendimiento. El cuerpo humano está compuesto en gran parte por agua, y pequeñas pérdidas pueden afectar de manera significativa la performance deportiva.

Una deshidratación leve, equivalente al 2% del peso corporal, puede generar síntomas como dolor de cabeza, cansancio, mareos, calambres, disminución de la resistencia e incluso dificultades para controlar la temperatura corporal.

Durante la transpiración, mecanismo esencial para regular el calor del cuerpo, no solo se pierde agua, también se eliminan electrolitos como sodio, potasio y magnesio. Si no se reponen, el deportista puede experimentar fatiga temprana, bajo rendimiento o lesiones musculares.

En este punto, las bebidas deportivas juegan un rol imp

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