LONDRES – Aunque siempre deberíamos desconfiar de proponer una ley universal de la naturaleza humana, el último medio siglo ha revelado un patrón consistente y duradero. En toda sociedad que combina prosperidad económica, una población femenina bien educada y acceso a anticonceptivos seguros y asequibles, las tasas de fertilidad caen por debajo —a menudo muy por debajo— del nivel de reemplazo de 2.1 hijos por mujer.

La tasa de fertilidad de Suecia cayó por debajo de 2.1 ya en 1968. Para 1975, la mayoría de los países europeos, junto con Estados Unidos y Canadá, habían seguido el mismo camino. Ninguno ha subido por encima de 2.1 desde entonces.

A medida que se expandió la educación de las mujeres y el acceso a anticonceptivos, la baja fertilidad se volvió cada vez más común. La tasa de f

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