¿Qué decimos realmente cuando llamamos a un vino « masculino » o « femenino «? ¿Tiene la elegancia de un vino alguna relación con el género de su productor ? ¿Deben la potencia y la delicadeza coexistir en un rígido espectro de género cuando el vino en sí mismo está en constante evolución? No, no y no.
Los vinos de hoy se moldean tanto por las condiciones climáticas adversas como por la mente y las manos humanas. Los viticultores están en constante evolución. Por ejemplo, adoptando prácticas orgánicas o biodinámicas, prensando y extrayendo con más suavidad, probando nuevas cubas de crianza. El objetivo es el de producir algo extraordinario y fiel a su terroir . Esta adaptabilidad y resiliencia no puede calificarse como masculina ni femenina . Se trata de un arte, un