Sánchez propone incluir el derecho al aborto en la Constitución “para consagrar la libertad y la autonomía de las mujeres”. Seríamos el segundo país, tras Francia, en el que matar fetos, además de celebrarse como una conquista progresista, sea un derecho constitucional. Porque en una cosa deben estar de acuerdo proabortistas y antiabortistas radicales o moderados: se mata al no nacido. Esto no se puede negar. Se oculta y se disimula, eso sí. La palabra matar, que es lo que se hace, nunca se dice. El embrión o el feto no existen. Si una mujer pierde al hijo que quería tener, se habla del bebé. Si aborta voluntariamente no hay bebé, ni embrión, ni feto. No hay cancelación más absoluta y arbitraria que la de los seres humanos no nacidos. A la decisión de que maten un cuerpo que se está forman

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