El italiano Simone Salvà, preparador del equipo de Diego Botín, explica las claves para llegar con posibilidades de renovar el título en la gran final de Abu Dabi

Desde la grada o, más claro aún, en la pantalla de la tele que transforma a los barcos en figuritas de videojuego, la maniobra que deja a los neozelandeses a la sombra parece hija de la intuición, la ciencia de la navegación, el genio y el tacto de los seis tripulantes del F50 español, el táctico, el trimmer o la estratega, pero, invisible, en un muro bajo las gradas, esquizofrénico, un ojo en el mar, otro en las pantallas de los ordenadores, los oídos reventando con la voz del analista de datos a su lado, y en la boca un micrófono conectado con los tripulantes, Simone Salvà ha tomado la decisión victoriosa. Luego, en la zona

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