—Algo se percibe en el ambiente, ¿no le parece, don Polo?

El caballero de blanca guayabera asentó la taza de expreso cortado, alzó el morro, olisqueó el ambiente y miró a uno y otro lado.

—No solo lo percibo: lo olfateo y lo palpo —respondió resuelto—. Me resulta evidente.

—Pues yo lo percibo pero no lo descifro —apuntó su amigo Ángel Trinidad—. Es un no sé qué, que no me gusta.

Don Polo Ricalde y Tejero tomó la taza, bebió un sorbo y expuso su teoría.

—Este ambiente no es otra cosa que la confirmación de que estamos en una olla de agua caliente. Nos sumergimos en ella como en el experimento de la rana. Tú sabes, si metes una rana en una olla de agua hirviendo cuando está en punto de ebullición, saltará fuera de inmediato. Pero si la metes cuando el agua está fría y, con la rana adent

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