Es feo andar pidiendo. Del pedigüeño se tienen las peores consideraciones. Pero es mucho peor aceptar sin preguntar nada. ¿A qué me estaré comprometiendo? Y si uno se considera un “representante” de otros es todavía peor: ¿a qué estará comprometiendo el beneficiario a aquellos a los que representa?
Se escuchan aquí y allá las mismas abstracciones ridículas de siempre, para justificar la aceptación de donativos: “Argentina”, “los argentinos”, “la patria”, “el futuro”, “la estabilidad”, “la nueva era”, “¡la seguridad!”, el PBI, la libertad. Cuánta hipocresía.
Cuando llega a mi portón alguien que necesita un paquete de arroz o de fideos para darles de comer a sus hijos (cosa que viene sucediendo mucho últimamente) se lo doy sin pensarlo dos veces, sin juzgar ni pedir nada a cambio, sin comp