La detención en Paraguay de Hernán Bermúdez Requena, ex Secretario de Seguridad Pública en Tabasco acusado de encabezar al grupo criminal La Barredora, fue presentada en los medios de comunicación como la revelación de una trama delictiva que había operado desde el corazón del gobierno estatal. No se habló de un “Estado paralelo”, sino de un aparato de seguridad infiltrado, de funcionarios que combinaban el uniforme con la violencia, y de redes que cruzaban la frontera entre lo legal y lo ilegal. La imagen resultó contundente: un servidor público que en vez de garantizar protección utilizaba sus funciones para dirigir extorsiones, secuestros y operaciones criminales.
Sin embargo, lo que está en juego en Tabasco no es la existencia de un “gobierno criminal” separado, sino algo más inquieta