Hay algo en las superestrellas generacionales que los separa del resto. Más allá del talento y la salud que puede acompañarlos durante su pasantía por los hielos de la NHL, quizás sea la motivación inquebrantable lo que hace de este tipo de jugador uno tan especial.

Vaya, no por nada se les acredita ese adjetivo tan exclusivo, pues son figuras que suelen verse una vez por generación.

En este caso, el enfoque recae sobre Sidney Crosby, quien, de nuevo, más allá de los imponentes números y reconocimientos que muy posiblemente ya le hayan abierto un espacio a futuro en el Salón de la Fama, como uno de los mejores jugadores en la historia, esa hambre y motivación sigue intacta, incluso de cara a su temporada número 21 en la liga, y con un club que está en medio de una renovación, tras años d

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