Hace casi un siglo, España tuvo el nombre de Cuenca en la actualidad por su conocido crimen. En el año 1910, dos vecinos, León Sánchez Gascón y Gregorio Valero, fueron acusados en 1910 de asesinar a un pastor llamado José María Grimaldos, al que todos daban por muerto. Tras confesiones arrancadas bajo tortura, los dos vecinos pasaron más de diez años en la cárcel. Sin embargo, Grimaldos reapareció vivo en 1926 y el Tribunal Supremo declaró la inocencia de los acusados.
Lo más llamativo de aquella sentencia es que, aunque la ley no contemplaba compensar a quienes habían cumplido condena injustamente, se decidió indemnizarlos y hasta darles un empleo público. Fue una forma de aplicar lo que los jueces llamaron «justicia material por encima de la justicia formal», es decir, anteponer el sent