Jaime, un niño de 10 años, recibió una llamada de uno de los amigos de su hermano Ismael, quienes le pidieron que tomara nota y pasara el mensaje a sus papás, “A Ismael ya lo pasaron a una crujía”, él no sabía ni lo que eso significaba, pero al dar el mensaje a sus papás, ellos estallaron en llanto y se preocuparon como nunca antes, “estaban muy desesperados”.

Tras la angustia y días de frustración, la visita de la familia a la prisión fue cuatro días después de la detención, Jaime relata que tras pasar los torniquetes, al llegar a la zona de las crujías había presos amotinados en cada una de ellas, separados según el delito que habían cometido.

A diferencia de otras celdas, la de los estudiantes era una algarabía, a pesar de que estaban detenidos, todos los jóvenes estaban alegres. Jaim

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