¿Alguna vez ha pensado usted en alguien y, de repente, le llama? En la vida diaria, cuando una serie de azares nos sacude, por ejemplo, el número repetido en un billete, el encuentro fortuito que transforma una biografía, solemos despacharlo como «casualidad». Pero hay una genealogía intelectual que convierte esas casualidades en materia filosófica.
El primero en hacerlo con vocación de ley natural fue Paul Kammerer. En 1919, este biólogo vienés publicó Das Gesetz der Serie, donde afirmaba que las coincidencias no son sucesos aislados, sino que se organizan en series.
Tres décadas después, Carl Gustav Jung reconoció este trabajo y lo citó explícitamente en su desarrollo de la sincronicidad (especialmente en el ensayo de 1952 con Wolgang Pauli, Naturerklärung und Psyche). Al elaborar su t