Hace 25 años Miguel Pérez, profesor universitario, farmacéutico y un apasionado enólogo, decidió hacer realidad un sueño. Fundar una bodega ecológica y sostenible. Lo hizo con la complicidad de su esposa, Merche Dalmau, quien tuvo que hacerse cargo del negoció tras su fallecimiento en 2013. No fue un camino de rosas, apenas sabía de vinos, pero hizo de la adversidad virtud y aprendió de los errores.
“Cuando tomas las riendas de una empresa es como hacer un puzzle. Tienes que empezar a encajar todas las piezas. Me decía a mí misma que para tirar la toalla siempre estaba a tiempo pero que intentaría hacerlo todo. Y bueno, hemos llegado hasta hoy”, relata a Mujeres en Crónica.
En el camino no estuvo sola. Contó con la ayuda impagable de su familia, de sus amigos y de mucha gente que se