Con su típico estilo barroco plagado de autoelogios, el presidente Donald Trump anunció a las más altas jerarquías del Pentágono que desde ahora los militares deberán combatir a “los insurrectos de la izquierda radical (…) que escupen a la policía y tiran ladrillos para matarlos”.

“Prepárense para una guerra: una guerra interna”, les dijo a los más de 800 generales y almirantes que llegaron desde todos los puntos del planeta a la base militar de Quantico (Virginia), el pasado 30 de septiembre, convocados “con urgencia” por la Casa Blanca. Nunca antes, en toda la historia estadounidense, había habido un encuentro de esta magnitud.

“Esto va a ser un gran problema para los presentes en esta sala porque es el enemigo interno”, dijo Trump consciente de que el papel fundamental de los milita

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