El 10 de enero de 1993, Maradona, sevillista en ese momento, jugó contra el Barcelona en el Pizjuán. Fue el único partido liguero que disputó el futbolista de todos los tiempos contra el equipo con el que se bautizó en España. El choque venía precedido de trifulcas verbales, algo habitual en el fútbol de aquellos calendarios.

El partido incitaba al recuerdo. El Maradona azulgrana llegó al Camp Nou en 1982 cuando estaba en la plataforma de lanzamiento hacia un planeta distinto. El Maradona sevillista ya había buceado por todo en las costuras de la vida. Sevilla era una nueva etapa, otra chincheta en un mapa de aventuras que ya no pararía nunca.

Una semana antes de la cita en el Pizjuán, el Sevilla, al que entrenaba Carlos Bilardo, guardián del fútbol más aparrillado, había pe

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