Umbrales mínimos

Hambre

Leda Rendón

Llevo semanas sin parar de comer todo el día: pescados, carne cruda y cocinada, pasteles, helados, papas de colores, pollos, pequeños huevos, gusanos fritos y más. Necesito estar masticando algo; sentir un sabor dulce, salado o picante. Necesito una experiencia. Y si, por alguna razón, no tengo nada en la boca, se me acelera la respiración, sudo y me hormiguean las manos.

En mi bolsa tengo golosinas, pero no es suficiente. En un trayecto de apenas una hora fui hospitalizada. Por las noches, en mis sueños brevísimos, un niño me pide que lo alimente. Yo le doy galletas que se le espolvorean en el cuerpo. Despierto cada vez con más hambre. Mastico frutas, tomo agua de sabores y, aunque estoy siempre a punto de vomitar, me contengo. Me veo en el espejo y

See Full Page