Hay experiencias que marcan la vida de todo ser humano; vivencias que pueden transformar para bien o para mal su estilo cotidiano de ser.

Sin embargo, nadie aprende en pellejo ajeno, cita el dicho popular, debido a que podemos estar mirando situaciones negativas que dañan o perturban la existencia y permanecer implicados en sus consecuencias o incluso involucrarnos con ellas arriesgando nuestra estabilidad personal. Cuánto cambio pudiéramos generar si aprendiéramos que, analizando el pasado, podemos corregir y enderezar el presente.

Mas, no obstante, la realidad que nuestro pueblo nos deja vislumbrar es otra, porque estamos anquilosados en prácticas y costumbres que impiden el verdadero crecimiento como sociedad.

Por ejemplo, el recibir apoyo asistencial o dádivas económicas jamás será

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