Durante años, la llamada generación Z fue señalada como apática, distraída o indiferente a la política. Sin embargo, lo que hoy ocurre en distintas partes del mundo demuestra que esa lectura era superficial.
Esta generación, nacida en medio de crisis sucesivas, ha comenzado a comprender que la falta de participación colectiva en los asuntos públicos tiene consecuencias directas sobre sus vidas.
Desde Nepal hasta Perú, los ciudadanos del grueso de la población están experimentando menos oportunidades, más desigualdad y, por ende, un futuro incierto.
En el Perú, este despertar político ha tomado fuerza en los últimos meses. Jóvenes que crecieron bajo un sistema político deteriorado, marcado por la corrupción, el clientelismo y la falta de meritocracia, hoy se organizan y salen a las calle