En muchos jardines del mundo, hay una planta que suele ser arrancada sin contemplaciones. Aparece espontáneamente entre macetas, bordes de huertas o rincones sombríos, y su presencia suele generar rechazo inmediato. Su aspecto es común, incluso algo desprolijo, y quienes la descubren tienden a considerarla una “maleza” sin valor. Lo curioso es que esta especie no solo sobrevive a los descuidos, sino que parece prosperar en los márgenes, como si supiera que su destino será el compost o la bolsa de residuos verdes.

La reacción más frecuente ante ella es la de arrancarla con guantes, evitar el contacto directo y deshacerse de sus hojas con rapidez. Algunos jardineros la identifican por su textura áspera y su tendencia a provocar irritación en la piel, lo que refuerza su mala fama. Sin emba

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