En la segunda vuelta de 2022, votar por Rodolfo Hernández no era la mejor opción, pero para 10,6 millones de colombianos fue la única. Se trataba de elegir al “menos peor”. Y por apenas 680 mil votos se impuso el peor. Así de claro.
Desde entonces, los colombianos intuíamos que el de Gustavo Petro sería un mal gobierno. Su paso por la Alcaldía de Bogotá lo anticipaba, al igual que el resentimiento y el odio que arrastra desde su pasado guerrillero. Lo que no imaginamos fue la magnitud del desastre. Hoy, después de tres años, hasta la mayoría de sus votantes reconoce la amarga realidad: no estamos ante un mal gobierno, sino ante la ausencia total de gobierno.
De los más de sesenta ministros que ha nombrado, el noventa por ciento ha hecho de todo menos gobernar. Confundieron el Estado con