Pequeño, vivaz, con mirada chispeante y un brillante pelo sedoso, el yorkshire terrier, popularmente conocido como yorki, lleva más de un siglo ocupando un lugar de honor en los hogares de medio mundo. Fue perro de compañía de la alta sociedad, la primera mascota de las familias obreras y un protagonista frecuente de películas y escaparates, hasta convertirse en un icono de lo que entendemos por perro de compañía. Pero en los últimos años algo ha cambiado y las cifras de cría de la raza se han ido desplomando, revelando que el yorkshire ha dejado de ser la estrella que fue.

Ante este nuevo escenario, un estudio reciente del Royal Veterinary College (RVC), basado en el análisis de casi un millón de historiales clínicos veterinarios en Reino Unido, ha venido a matizar este panorama. Y lo ha

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