La tarde cayó en Filadelfia y con ella la leyenda de que el campeón era intocable. Los Eagles ganaban por 14 puntos, el estadio vibraba con rutina de victoria, pero los Broncos decidieron romper el guion . No lo hicieron con fortuna ni accidente, sino con una convicción que huele a equipo legítimo para contender por el Super Bowl. Denver ganó 21-17 y lo hizo en el campo donde pocos sobreviven.

Durante tres cuartos, Eagles pareció ser lo de siempre: un bloque impenetrable. Jalen Hurts distribuía, Saquon Barkley encontraba espacios, y la defensa mantenía su jerarquía .

El marcador 17-3 parecía sentencia, pero entonces el juego cambió de tono. Bo Nix, un jugador de segundo año con calma de veterano, empezó a mover las piezas para edificar la rempontada. La primera grieta ap

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