En medio de la sabana del Vichada existe un pueblo donde los días pasan lentos, el progreso nunca llegó y sus habitantes viven como hace décadas.
El pueblo escondido del Pacífico nariñense que deslumbra con playas vírgenes y cultura ancestral
Un rincón perdido entre el llano y el olvido
En el oriente colombiano, Santa Elena del Vichada resiste al paso del tiempo. Mientras el turismo crece en otras regiones, aquí el silencio y la calma gobiernan.
Sus calles polvorientas, sus casas de madera y los techos de palma son testimonio de una Colombia que pocos conocen.
No hay bancos, no hay señal estable de internet y el transporte llega solo dos veces por semana.
“Aquí no se villa”, dicen los lugareños
Los habitantes bromean con orgullo: “Santa Elena no se villa, pero se vive bien” .
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