EL 2 de junio de 1808. Miguel Álvarez, dueño del molino harinero de Rio Arillo, según recoge un documento del Archivo Provincial de Cádiz, escribe a su Majestad Fernando VII, una petición que da idea de la importancia de dicho Molino durante la guerra de Independencia. Una carta que describe como el Molino se había convertido en un fuerte armado con piezas de artillería en su frente y en sus costados se habían formado banquetas aspillerada para las tropas y un pequeño almacén de pólvora. Además de acondicionar un sitio para un piquete de día que se refuerza por una compañía, todo realizado por el comandante de ingenieros. Su petición es clara, como por encima de todas estas circunstancias, el molino debe seguir moliendo harina, para la población y para las tropas, pide al monarca, que los
Fortaleza, defensa y necesidad de pan

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