Un hilo común que recorre las controversias de la nueva temporada otoñal de la amarga política estadounidense es el intento de Donald Trump de imponer un poder presidencial sin restricciones, a menudo sin precedentes, en múltiples frentes.

La historia de su segundo mandato estará definida, en última instancia, por cuánto hagan los estados, los tribunales y los demócratas de Washington con poco poder para frustrar sus impulsos expansivos y —de manera crucial para la gobernanza constitucional— si él presta alguna atención a ello.

La lucha por el poder impulsó dos enfrentamientos clave librados por la Casa Blanca el fin de semana: sobre sus planes de desplegar tropas para hacer cumplir sus medidas represivas de inmigración en Portland, Oregon, y Chicago; y sobre la creciente presión para po

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