A Nagib Hussein , la pérdida que más le duele es la de su jardín . Han pasado ocho meses desde que el Ejército israelí le obligó a abandonar su casa en el campo de refugiados de Nur Shams, en Tulkarem, al norte de la Cisjordania ocupada , pero él sigue pensando en su remanso de paz en medio del laberinto de hormigón del campamento. "Todas las plantas, y las flores estaban muertas, incluso el huerto que planté lleno de limoneros" , lamenta a EL PERIÓDICO. Lo único que le quedan son las fotografías que un día un atrevido vecino logró tomar. Están borrosas, porque las hizo con prisa. Si los soldados israelíes le pillaban allí, en su barrio, las consecuencias podían ser letales. En las imágenes, también se ven los juguetes de sus hijos tirados por el suelo. La vida, puesta en p
La Cisjordania ocupada, dos años de expansión territorial israelí, violencia y desplazamiento

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