Como a buen vasco, a Julio Medem le gusta subir montañas. Solo que las suyas están en el subconsciente. La primera que se imaginó ... existe: es el 'Mattehorn' (Cervino) y era un póster que tenía pegado en la pared de la habitación que compartía con uno de sus hermanos cuando eran pequeños. Comenzó a 'escalarlo' con 14 años después de que la niña de 11 años a la que había declarado su amor saliera corriendo. Fue un «momento crucial» que precipitó una carrera cinematográfica cuyos capítulos siempre empiezan por la escritura.
Fue su terapia de entonces. Escribió sus primeros poemas y también una novela 'Mi primer día', que fue cuando se instaló la idea de una montaña en el interior de su persona. En paralelo, aprendió a grabar y encuadrar gracias a las enseñanzas de su padre, de profes