A través de un mar angosto, la desesperación y la disuasión chocan cada día mientras se intensifican las patrullas, los contrabandistas cambian de rutas y las familias warao lo apuestan todo por sobrevivir. El estrecho entre Trinidad y Tobago y Venezuela revela un fracaso regional que necesita orden humano, no represalias teatrales.
Una frontera de veinte minutos — y vidas en juego
El cruce toma unos veinte minutos en una piroga rápida, pero puede redefinir una vida entera. Cada día, pequeñas embarcaciones salen de los manglares cerca de Tucupita, cargadas con ruedas de queso, frascos de miel y familias warao que huyen de la escasez en el Delta del Orinoco. Durante años, el angosto canal que los conecta con la costa suroeste de Trinidad ha sido tanto una ruta de escape como un riesgo mor