Qué difícil es ser soldado de la democracia. Cuántos problemas surgen cuando se quiere sustituir el sable por una navaja cabritera. Pero los problemas éticos no proceden directamente del sistema político democrático sino más bien del tipo de guerras en que las naciones con este credo nos hemos visto involucradas últimamente. Tras las carnicerías de las dos Guerras mundiales y el bien intencionado, pero ingenuo, propósito de las Naciones Unidas de prohibir las guerras de agresión y con unas armas nucleares capaces de acabar con nuestra civilización, los conflictos entre las grandes potencias se transformaron en indirectos. Raro es ver ejércitos regulares enfrentados entre sí hoy en día pero abundan en cambio las guerras irregulares e hibridas que se desarrollan en lo profundo de la població

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