La neurociencia ha confirmado que perdonar implica mucho más que un cambio emocional: literalmente transforma el cerebro y contribuye al bienestar psicológico y físico. Según investigaciones recientes citadas por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), este proceso activa diversas zonas cerebrales relacionadas tanto con el manejo emocional como con la capacidad de empatía y la toma de decisiones.

Especialistas como la Dra. Judith Salvador Cruz, de la FES Zaragoza (UNAM), han detallado que, al perdonar, se ponen en funcionamiento la corteza prefrontal dorsolateral, la corteza prefrontal ventromedial y la corteza cingulada anterior, áreas asociadas al control cognitivo.

Esta capacidad resulta fundamental para regular emociones, inhibir impulsos automáticos de venganza y evaluar

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