El paro del transporte en Lima reveló una herida que va más allá de la congestión o la suspensión del servicio. Desde las primeras horas del lunes, decenas de conductores se negaron a salir a las calles como de costumbre, en protesta por el asesinato de un chofer en San Juan de Miraflores. La decisión de paralizar el servicio no fue política ni sindical: fue una respuesta desesperada frente a la violencia que, según los transportistas, se volvió parte cotidiana de su trabajo.

En los paraderos y avenidas principales, las voces de los choferes sustituyeron el ruido habitual de los motores. En Comas, San Juan de Lurigancho, Villa María del Triunfo, entre otros puntos, los buses permanecieron estacionados como símbolo de resistencia. Algunos llevaban carteles improvisados , otros simple

See Full Page