“El que no es idealista es un cadáver viviente” , afirmó alguna vez el Padre Carlos Mugica ante las cámaras. Su vida encarnó esa certeza. Nació en Buenos Aires el 7 de octubre de 1930 , rodeado de comodidades en una familia aristocrática y antiperonista. A pesar de su origen, eligió alejarse de los privilegios para compartir su destino con los más pobres. Hijo de un político conservador y criado entre lujos, descubrió que su lugar no estaba en salones elegantes ni entre los mármoles ni vitrales de las iglesias, sino en las villas donde la desigualdad formaba parte del día a día. Allí llevó su fe, concebida como motor de compromiso y transformación real.

Alternando la sotana con prendas más informales, como poleras y pantalones, y una sonrisa cálida, Mugica recorrió los barrios más go

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