En otros tiempos, el solo hecho de que dos mil mujeres no hayan sido informadas de una posible alteración en su salud que debió ser conocida gracias a la aplicación del programa de detección precoz del cáncer de mama a través del cribado, hubiera supuesto la dimisión inmediata del responsable del ramo, en este caso la consejera de Salud y Consumo de la Junta de Andalucía. Y no tanto por una cuestión de culpa o dolo en su actuar, que no hemos de presumir, sino por una mera razón de responsabilidad política. En un caso tan grave y sensible no caben las medias tintas, y el problema no se arregla con una disculpa.
Pero, más allá de lo obvio, habría que preguntarse cuáles son las razones para que, en casos como éste y otros que están en la mente de todos, ningún responsable público se vea conc